El día de muertos en México: Una celebración a la vida de nuestros ancestros

Fotografía: Bustamante Cruz Diana (2019) Las calaveritas de azúcar [png]. Zócalo, Ciudad de México, México

By: Diana Bustamante Cruz

El día de muertos es una celebración mexicana que honra a nuestros ancestros, declarada patrimonio cultural inmaterial por la UNESCO en 2008, es una de las tradiciones más antiguas y representativas del país. Sus orígenes datan del México prehispánico; anterior a la llegada de los españoles, representado a través de los rituales mortuorios, destinados a encaminar el alma del occiso hacia el espacio-tiempo de la muerte según su rango o su desempeño socio-existencial de su lugar de orígen; asumiendo culturalmente la degradación orgánica del cadáver y tratando de disminuir el dolor de la pérdida.

El funeral era el primer ritual, cuyo objetivo era la separación del finado de la comunidad de los vivos. Durante los cuatro años y cuatro meses subsecuentes a su fallecimiento se llevaban a cabo distintas ceremonias que dependían de la forma en que la persona había muerto, puesto que el lugar del inframundo hacia dónde se dirigía sería distinto. Las cuatro moradas son: Tlalocan (lugar del dios Tlaloc) en donde se encuentran las personas que fallecieron por ahogamiento; Tonatiuh ichan (la casa del sol y morada de Huitzilopochtli) último lugar de descanso de guerreros, sacrificados en tributo y mujeres que fallecieron durante el parto; Cincalco (la casa del maíz, regido por Huemac), residencia de los niños fallecidos y el Mictlán.

Aquí suelen llegar aquellas personas que fenecieron de manera natural o por enfermedades que no tienen un carácter sagrado; su recorrido infraterrenal está constituido por etapas con obstáculos que durante cuatro años deben sortear; quizá a nivel narrativo signifique el proceso tanatomórfico que padece un cadáver en su descomposición orgánica. Dentro de la cultura estas etapas reproducen la bajada de Quetzalcóatl al inframundo y las pruebas que tuvo que atravesar; convirtiéndose en un modelo de regresión letal.

Fotografía: Bustamante Cruz Diana (2022) El camino al mictlán [png]. Chapultepec, Ciudad de México, México

El inframundo del Mictlán está constituido por el primer nivel: Itzcuintlan en donde existe un profundo y caudaloso río, en cuya orilla se encuentran los Xoloitzcuintles, perros guardianes de los espíritus, que guían a las almas por el largo y suntuoso camino a la ciudad de los muertos. Estos animales eran asociados a Xolotl, el dios de la muerte, con el cual deberían de ser bondadosos si querían gozar de una muerte sin sufrimiento. La leyenda del perro se asocia al trato del finado para con los animales. Si contaba con una mala relación, el Xolo se negaría ayudarlo a cruzar y perecería. Por lo contrario, si les había dado un buen trato, el Xolo tomaría el alma, la pondría en su lomo y la llevaría a salvo hasta el otro extremo para continuar su camino.De esta manera, muchas personas solían criar perros, para ser enterrados con sus futuros guías espirituales camino al Mictlán.

Fotografía: Bustamante Cruz Diana (2019) El Xoloitzcuintle [png]. Chapultepec, Ciudad de México, México

Fotografía: Bustamante Cruz Diana (2022) Los guías al Mictlán [png]. Chapultepec, Ciudad de México, México

Del otro lado del río, los difuntos se encontrarán en Tepectli Monamictlan, lugar en donde dos montañas chocan aplastando a todo aquel que las cruce. Posteriormente llegarán a Iztepetl (montaña de obsidiana) una región donde gobierna Itztlacoliuhqui, señor del castigo y custodio de un cerro cubierto de filosos pedernales que desgarran al pasar. Cruzarán por Itzehecayan (lugar donde hay mucha nieve), un campo cubierto de hielo con vientos atroces que buscan descubrir la ropa y las pertenencias de la vida que dejan atrás. De aquí viene la tradición de enterrar a los muertos con ropa, para que en esta etapa de la llegada a Mictlán puedan abrigarse.

Llegaran entonces al Paniecatacoyan (lugar donde la gente vuela) un espacio en donde no existe la gravedad y el viento sopla muy fuerte; aquí los difuntos terminarán de perder lo poco que les queda del mundo terrenal. Al salir, se encontrarán con el Timiminaloayan (lugar donde te flechan las saetas) en donde acribillarán sus almas. Una vez cruzado este umbral, les esperará el Tecoyohuehaloyan (lugar donde te comen el corazón) en donde jaguares les abren el pecho y se comen los corazones de las ánimas. En el penúltimo nivel Izmictlan Apochcalolca (lugar de las aguas negras) las almas se descarnan atravesando un salvaje río.

Fotografía: Bustamante Cruz Diana (2019) El Mictlán [png]. Chapultepec, Ciudad de México, México

Antes de llegar al descanso eterno , las ánimas exhaustas deben atravesar los nueve caudales del río Apanohuacalula ( los nueve estados de la consciencia). Estos tienen la propiedad de ayudarle a estar en paz con la vida que tuvo y lograr elevarse a un nivel superior, haciéndose digno de entrar por fin al Mictlán. Esta leyenda concluye con los señores de la muerte recibiendo a las ánimas y dándoles la bienvenida a la eternidad diciendo:

“Han terminado tus penas, vete pues, a dormir tu sueño mortal”

En la mitología Mexica, Mictecacíhuatl es la reina del Mictlán o la dama de la muerte; anfitriona de la celebración de los muertos en el México prehispánico. Simboliza el principio y el fin de la vida por su fuerte conexión tras fallecer al momento de nacer. Es la principal responsable de vigilar el descanso eterno de los fenecidos y protectora de sus huesos. Se le relaciona con su esposo Mictlantecuhtli; sin embargo es una diosa benévola al permanecer atenta del viaje de las almas que transitan por el camino hacia el Mictlán, enviando bendiciones al mundo de los vivos con ayuda de colibríes, que son en realidad almas que descansan en paz y ahora son sus mensajeros. Ella permite regresar a las almas al mundo con sus familias el Día de los Muertos.

Fotografía: Bustamante Cruz Diana (2022) Mictecacíhuatl [png]. Chapultepec, Ciudad de México, México

Se cree que su imagen pudo haber inspirado a “La Catrina”, icono de la cultura mexicana creada por José Guadalupe Posada, ilustrador, grabador y caricaturista originario de Aguascalientes, México; cuyo trabajo destacó por enaltecer el carácter festivo de los mexicanos y hacer una dura crítica social. En 1912 crea “La Calavera Garbancera”, sátira de las mujeres que negaban sus orígenes indígenas al alcanzar otro nivel socioeconómico pretendiendo ser vistas como europeas.

Muestra de ello es el exagerado, lujoso y ostentoso sombrero que porta, haciendo juego con los moños detrás de las orejas, característicos de las empleadas domésticas de la época. La versión original sólo contaba con este sombrero y es que su historia no puede estar completa sin Diego Rivera, pintor y muralista mexicano, quien en una de sus obras más importantes “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central” actualmente expuesta en el Museo Mural Diego Rivera, la pintó de cuerpo completo en un autorretrato, bautizándola como "Catrina".

Fotografía: Bustamante Cruz Diana (2022) La catrina del centro [png]. Zócalo Capitalino, Ciudad de México, México

Como lo mencione anteriormente, los pueblos prehispánicos ya rendían culto a la muerte; en España se conmemoraba el 1ro de noviembre el Día de Todos los Santos y el día 2, la fiesta de los Fieles Difuntos, en donde se bendecía la comida ofrecida a los santos y se rezaba para que las almas salieran pronto del purgatorio. Al mismo tiempo, los celtas celebraban año nuevo el 31 de octubre, día de la cosecha (Samhain.) La “temporada oscura” del año iniciaba y según su tradición, el muro que separaba el mundo de los vivos y los muertos se desvanecía. Cuando el cristianismo se extiende por Europa ya existía una celebración parecida y en el año 741 el papa Gregorio III la oficializó el primero octubre, haciéndola coincidir con el día anterior al Samhain celta, que se conocería como “víspera de todos los santos”. En el mundo anglosajón se conoce como “All Hallows’ eve” y más tarde como Halloween.

Cuando los españoles conquistan Mesoamérica en el siglo XVI traen consigo la conmemoración de Todos los Santos y Los fieles difuntos y a pesar de intentar imponer las nuevas costumbres, las antiguas se niegan a morir, es por ello que las celebraciones prehispánicas se mezclan con las españolas. El 1 de noviembre de 1821 el ayuntamiento de la Ciudad de México lo convierte en una festividad oficial, las personas visitan los templos, oran y disfrutaban de la verbena.

Por esos años se acostumbraba enterrar a los muertos en las iglesias, pero en 1833, debido a una epidemia de cólera que asolaba a Europa, se ordenó llevar a los muertos a panteones fuera de la ciudad, incluso en México. Así, las flores que la gente llevaba a las iglesias acababan ahora sobre las tumbas donde se hacían los famosos altares. Y, como la caminata era larga, llevaban comida y bebida.

En la actualidad, a pesar de tener raíces no sólo indígenas, sino católicas, celtas y hasta romanas, la fiesta del día de muertos es una celebración que identifica a México en todo el mundo y a pesar de ello, no se celebra igual en todos los Estados y países; cada uno tiene sus propias tradiciones; sin embargo todas las maneras de celebrar tienen un principio común: dar la bienvenida a las animas de sus seres queridos colocando grandes altares y ofrendas en memoria de los que ya no se encuentran entre nosotros junto con sus alimentos o bebidas favoritos; se visita el panteón y se arreglan las tumbas en lugares simbólicos como Mixquic, Michoacán, Oaxaca, entre otros.

Fotografía: Bustamante Cruz Diana (2019) Representaciones [png]. Chapultepec, Ciudad de México, México
Fotografía: Bustamante Cruz Diana (2022) La calaca tilica y flaca [png]. Chapultepec, Ciudad de México, México
Fotografía: Bustamante Cruz Diana (2018) El recuerdo de tu memoria [png]. Mixquic, Ciudad de México, México

La ofrenda es uno de los rituales más coloridos e importantes; se trata de un acto sagrado de evocación a la memoria de tus seres queridos al compartir con ellos sus manjares culinarios favoritos, acercándonos para dialogar con su recuerdo. Se trata de una mezcla cultural en donde los europeos aportaron con flores y veladoras y los mexicas agregaron copales, comida y flor de cempasúchil, creando así un sincretismo del viejo y el nuevo mundo.

El altar es la representación iconoplástica de la visión que todo un pueblo tiene sobre el tema de la muerte, y de cómo la visualiza de forma armónica a través de niveles, aquellos que tienen dos, representan el cielo y la tierra; los que cuentan con tres añaden a esta visión el concepto del purgatorio y cuando existen siete niveles simbolizan los pasos necesarios para llegar al cielo y así poder descansar en paz; éste es considerado como el altar tradicional por excelencia.

Asimismo, en las ofrendas se representan los cuatro elementos: el fuego con las velas, éstas guían a las ánimas en su regreso a casa, los ilumina a través de la oscuridad de regreso a su morada. En varios lugares cada vela representa un difunto. Si se colocan cuatro cirios en cruz, representan los puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse. La tierra es representada por la sal, elemento de purificación para que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y vuelta para el siguiente año; y las cenizas del copal que se utiliza para limpiar el lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro

Fotografía: Bustamante Cruz Diana (2019) Ofrenda suspendida [png]. Zócalo, Ciudad de México, México

Fotografía: Bustamante Cruz Diana (2022) Te extraño abuelita [png], Ciudad de México, México

Fotografía: Bustamante Cruz Diana (2022) Las catrinas gigantes [png]. Zócalo Capitalino, Ciudad de México, México

El agua que es colocada en vasos ofreciendola a las ánimas para que mitiguen su sed después de un largo recorrido y para que fortalezcan su regreso. En algunas culturas simboliza la pureza del alma. Finalmente el viento es representado por el papel picado. No obstante, existen otros elementos clave para la ofrenda, tales como: las flores de cempasúchil, sus pétalos de color naranja brillante representan el sol y actúan como guía para que las almas de los muertos regresen a casa. En muchos lugares del país se acostumbra poner caminos de pétalos que sirven para guiar al difunto del campo santo a la ofrenda y viceversa. Otras flores importantes son la flor de terciopelo,que agrega un toque de color.

El petate, que se utilizará como cama para que las ánimas descansen; el izcuintle un juguete, para que las ánimas de los pequeños se sientan contentas; el pan como ofrecimiento fraternal, uno de los elementos más preciados en el altar pues es común que sea el tradicional pan de muerto tan famoso durante estos meses; el gollete (panes en forma de rueda) que son sostenidos por cañas. Los panes simbolizan los cráneos de los enemigos vencidos y las cañas las varas donde se ensartaban; y las típicas calaveras de azúcar, como alusión a la muerte siempre presente.

El Día de Muertos es una de las celebraciones más antiguas y representativas de México conocida actualmente en todo el mundo, es una tradición que ha sobrevivido a través del tiempo y que seguirá persistiendo pues somos muchas las personas que seguimos honrando la memoria de nuestros seres amados que ya no están, con la ilusión de volverlos a encontrar.

Este artículo está dedicado especialmente a mi abuelita Natividad Yépez quien se encuentra ya en su camino al Mictlán. Un abrazo hasta donde estés. Te amo.